Al norte de Alemania, hace muchísimo tiempo, había una ciudad, Hamelín. Un día como cualquier otro Hamelín se vio invadida por una plaga de ratas-zombie. Habían tantas que se atrevían a perseguir y morder a los gatos, la cuidad entera se llenó de animales zombie. Las ratas hasta se subían a las cunas de los niños a violarlos, eran pedoratas. Incluso se subían por las faldas de las señoras marujas que estaban en la plaza, robaban quesos a la gente para después revenderlos en el mercado negro y montaban orgías en la puerta del ayuntamiento.
Al ver a las ratas el alcalde y Enrique, concejal de juventud y tiempo libre, buscaron una solución. Empezó a sonar una extraña canción: "nyanyanyanyanyan" y acto seguido un hombre entró en la sala donde estaban el alcalde y Enrique. Era un hombre alto, delgado, con una gran barba gris y estaba vestido de marrón y gris, se presentó, era un perroflauta, pero no un perroflauta cualquiera, no, era... ¡EL PERROFLAUTA! ¡¡Chanchán!!
-Hola zeñorez, yo zoy el Perroflauta mágico, yo oz puedo liberar de laz rataz, pero como zoy pobre necezito que me deiz 1000 florinez.
-Te damos 33 céntimos, y estamos siendo generosos.
-Vale, puez allá voy.
El perroflauta mágico salió del ayuntamiento y se puso a tocar una canción con su zambomba. Todas las ratas empezaron a seguirle y el se las llevo a las afueras de la cuidad, donde juntos empezaron a hacer un malvado plan para conquistar el mundo. Después de 3 días y 2 orgías todas las ratas-zombie y el perroflauta invadieron el mundo. Colorín colorado y este cuento se ha acabado. Todos fueron felices y comieron queso.
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